Después de unos meses de verano donde hemos podido disfrutar del relax que comportan las vacaciones, donde los horarios, las rutinas diarias, los hábitos se desdibujan (y suerte que lo podemos hacer!), nos acercamos al inicio de curso y lógicamente nos toca poner “orden” al ritmo veraniego. Los adultos ya lo hemos ido haciendo y, si no lo hemos necesitado, sabemos qué tenemos que hacer cuando nos tengamos que volver a la rutina. Nos costará, pero acabamos entrando. Nuestros hijos e hijas también acaban entrando, pero para hacerlo más “amigable”, para que les sea más agradable este final de verano y el inicio de las rutinas que comporta el curso escolar y otras actividades, os proponemos varías actividades, ideas a tener en cuenta, a llevar a cabo con los niños y niñas, para que esta entrada sea agradable e incluso, divertida.

Ideas a tener en cuenta, para que esta entrada sea agradable e incluso, divertida.

Lluvia de ideas de rutinas: pide a tus hijos/as que hagan una lluvia de ideas de aquellas rutinas que creen que son importantes para la vuelta a la escuela. Podéis ir apuntando todas las propuestas en una pizarra o una hoja de papel.

Con esta lluvia de ideas conjuntas podemos reconocer cuáles son las inquietudes, preocupaciones, motivaciones que puede estar experimentando nuestro hijo/a y también compartir las que sentimos nosotros como adultos,….

Calendario con días restantes: los niños no tienen la misma concepción de espacio y tiempo que tenemos los adultos. Por lo tanto, a veces puede ser complicado entender cuántos días faltan para que llegue un acontecimiento.

Una buena propuesta para ir recordando y trabajando con ellos y ellas los días de la semana, matemáticas y la concepción del espacio y el tiempo puede ser elaborar un calendario, donde de forma conjunta marcamos el día en que se produce el acontecimiento importante y posteriormente vayamos marcando los días que faltan para llegar a esta fecha.

Además, podemos poner en este calendario alguna pregunta que nos ayude a saber cómo lo está viviendo nuestro hijo/a, algún ejemplo puede ser:

  • ¿Cómo te hace sentir ver que quedan 3 días para volver a la escuela?
  • ¿A quién tienes ganas de ver?
  • ¿Cómo te imaginas que será tu nueva clase?
  • ¿Qué es importante para ti ese día?

Con esta lluvia de ideas conjuntas podemos reconocer cuáles son las inquietudes, preocupaciones, motivaciones que puede estar experimentando nuestro hijo/a y también compartir las que sentimos nosotros como adultos.

Preparar la mochila con anterioridad: otra propuesta muy sencilla es preparar la mochila con anterioridad. Lo podemos hacer un día o la tarde antes de volver a la escuela.

Para hacerlo tendremos que mirar qué puede necesitar el primer día, seguramente todavía no tendremos el horario disponible, así que adentro de la mochila podemos poner:

  • El librito con las tareas de verano
  • Un estuche con el material necesario
  • Una libreta
  • Una carpeta
  • Una botella con agua

A la vez también podemos aprovechar este espacio para continuar compartiendo momentos y continuar conociendo nuestro hijo/a. Por lo tanto, también el/la podemos acompañar a llenar esta mochila con:

  • Un recuerdo que quieras compartir con tus compañeros/as de este verano
  • Una emoción que estés sentido antes de ir a la escuela
  • La emoción que te gustaría empezar este nuevo curso
  • Un deseo por este nuevo curso escolar

Volver poco a poco a las rutinas que seguimos durante el curso escolar: los cambios nos generan “movimiento” a todas y todos, por eso es importante que estos no acostumbren a ser repentinos y los pueda ir viviendo y sintiendo despacio.

A los niños los sucede el mismo, un cambio o una vuelta a una rutina, de forma repentina, les genera un impacto que les puede ser difícil de asimilar, además del impacto emocional que conlleva.

Para acompañar en este cambio, esta vuelta a la rutina, nos puede ayudar como padres /madres y tutores/as ir volviendo progresivamente a las rutinas y los horarios que teníamos marcados durante la época escolar.

Una semana, máximo dos, antes del inicio escolar, nos podemos sentar con nuestros hijos e hijas y de forma conjunta, hablar y recordar qué eran las responsabilidades y los horarios que teníamos.

Esto puede ser también un buen momento para revisar si hay tareas y responsabilidades que ya pueden hacer de forma más autónoma (hábitos de higiene, tareas escolares, asear su habitación, preparar mochila) y en lo que todavía necesita nuestro apoyo.

Además, aprovechando este espacio también podemos revisar los horarios y marcar nuevos (si es necesario), recordando que los podemos dejar escoger (dentro de unos límites que marcamos los adultos).

Una vez lo tengamos todo decidido y claro, si hemos elaborado algún mural, lo podemos colgar en la nevera o en un espacio visible, para que todo el mundo se acuerde y lo pueda ver, sino siempre estamos a tiempo de hacerlo.

Explicar cuentos: los cambios nos generan “movimiento” a todas y todos, por eso es importante que estos no acostumbren a ser repentinos y los pueda ir viviendo y sintiendo despacio.

A los niños les sucede el mismo, un cambio o una vuelta a una rutina, de forma repentina, los genera un impacto que los puede ser difícil de asimilar, además del impacto emocional que deriva.

Para poder acompañar esta serie de emociones y poder hablar una buena manera quizás los cuentos, leer de forma plegada por la tarde, antes de ir a dormir y unos días antes de la entrada en la escuela nos puede ayudar a adultos y niños a sostener las emociones, comprenderlas y conectar con la calma.

Te dejamos en este espacio una serie de libros que os pueden ir bien:

  • Salvajes de Miriam Tiradó
  • Emocionari de Rafael Romero
  • La cola de dragón de Mireia Canals
  • El jardín de los abrazos de José Antonio Luengo
  • Un monstruo de colores – Annna Llenas
  • Un amigo como tú – Andrea Schomburg y Barbara Rötggen
  • ¿Qué necesito cuando me enfado? Tania Garcia
  • Tinc un volcán de Miriam Tirado i Joan Turu

Recuerda poder dar lugar, reconocer, validar y normalizar todas las emociones que expresen y aquellas que no quieran expresar. Recuerda también que frases como estás exagerando o no llores no nos ayudan a compartir como nos sentimos.

Llegar a tiempo el primer día: a pesar de que la escuela ya tiene en cuenta que el primer día pueden llegar algo más tarde de la hora de entrada, por los nervios, la carencia de rutina matinal, la logística de vestir y almorzar… es importante que intentemos ayudarlos/las a que la llegada a la escuela sea tranquila, pausada, sin prisas.

Este primer día, hay que despertarnos un poco antes, poder hacer lo que tenemos previsto con los hijos e hijas con calma, sin presiones. Poder ayudar al niño/a a dejar ropa, mochila… preparado el día antes, seguro que permitirá que por la mañana nos podamos dedicar a estar por ellos y ellas, no por lo que se tiene que hacer.

Es importante preguntarles cómo se sienten, si hay nervios, miedo, alegría…. ayudar a expresar la emoción predominante de aquel momento les permitirá reconocerla y, por tanto, poder regularla si hace falta. Y si es muy intensa, poder compartirla con la maestra cuando llegue a la escuela (ellos y ellas mismas o nosotros si lo vemos necesario). Solo desde el reconocimiento y el acompañamiento, podemos ayudar a calmarla.

Si tenemos la posibilidad de llegar a la escuela un rato antes de entrar, podrán verse con los compañeros/as, romper el hielo. Y esto permitirá que no lo necesiten hacer en el aula, donde seguro que tendrán dinámicas preparadas para generar una buena acogida.

Dedicar un rato del día a hacer tareas escolares: las primeras semanas de clase, suelen ser emocionalmente muy explosivas, hay demasiadas cuestiones que les cuesta “parir” con tan poco tiempo. Y lógicamente, la actividad académica queda a un lado porque predomina la parte emocional, hecho totalmente normal y sano.

Podemos, no obstante, ir ayudando a coger cierto hábito de trabajo de las tareas escolares, ofreciendo un rato, corto, de conexión con la parte formativa de la escuela. Sin que suponga un malestar al niño, es interesante encontrar un momento del día a conectar con lo que supone trabajar en casa, si desde la escuela tienen este hábito. Poder estar un rato desde el inicio de curso en el espacio de casa donde hará las tareas escolares (recordáis la importancia de que haya un espacio concreto y no muchos lugares dentro de casa porque no ayuda a concentrarse), permitirá sentir que este será un hábito habitual durante el curso. Pero volvemos a decir, sin que él/ella haga sentir presionado/da, hacedlo desde el juego, desde el que necesitará tener a la mesa (libretas, colores…) para trabajar mejor.

Estas son diferentes propuestas para que el retorno a la rutina de septiembre les sea más sencillo, más fácil, después de la actividad del verano. Esperamos que os sean útiles y que os permitan acompañar a vuestro hijo y/o hija en este momento de curso donde las emociones están más activadas.

¡Ahora solo nos falta empezar a ponerlo en marcha!

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