Quizás alguna vez, después de un día duro en el trabajo o de una discusión con la pareja, has pensado… ¡qué bien estaría yo solo ahora mismo en una isla desierta! Pero imagínate por un momento que el deseo se hace realidad. ¿Cuánto tiempo estarías dispuesto a estar sin tu pareja, familia, hijos, amigos o compañeros de trabajo? Quizás la respuesta sería que no mucho tiempo.
Seguramente, en alguna ocasión has escuchado la cita de Aristóteles «El hombre es un ser social por naturaleza«. Y es que ya desde la Antigua Grecia, o quizás mucho antes, se ha considerado que somos seres sociales, que la relación con los demás es fundamental para poder vivir. Y no sólo eso, sino que sabemos que nos desarrollamos, ya desde de pequeños, a partir de las relaciones que mantenemos con las personas que nos cuidan y nos rodean. Por lo tanto, poder establecer y mantener unas buenas relaciones con los demás, ya sea en la familia o con los compañeros de trabajo, nos aportará tranquilidad, bienestar y calidad de vida. Pero, ¿Qué podemos hacer para fomentar estas buenas relaciones y evitar los conflictos?
5 claves para establecer buenas relaciones con los demás
- Las emociones tienen mucho que ver con las relaciones que establecemos con los demás. A menudo, son estas las que nos empujan a movernos, a actuar de una determinada manera y no de otra. Las personas somos sensibles a los cambios emocionales que se producen en nosotros mismos y en las personas que nos rodean . Por lo tanto, una buena observación, reconocimiento y expresión de estas emociones nos podrá ser de mucha utilidad para comprendernos y comprender al otro.
- La comunicación. Qué quiero comunicar, de qué manera quiero hacerlo, dónde lo haré, en qué momento, a quién quiero hacer saber algo… Pensar previamente en estas cuestiones antes de comunicarnos es muy importante para poder establecer buenas relaciones con los demás. Pero no sólo eso, sino que es necesario saber que es tan importante nuestro lenguaje verbal como el no verbal. Lo que comunicamos a los demás a partir de nuestros gestos, miradas, movimientos, tono de voz, etc. tiene un impacto y un peso tan o más importante que las palabras que utilizamos.
- La escucha. Tan importante es hablar como saber escuchar. A veces hay que practicar ponernos en “modo avión” con los demás. Cuando estamos con nuestra pareja, con nuestros hijos o un buen amigo, y nos está explicando algún hecho importante, es necesario poner toda nuestra presencia y escuchar activamente lo que nos está compartiendo, dando un espacio de calidad en la relación. El “modo avión” de nuestro aparato móvil detiene la transmisión y recepción de datos, y para nosotros sería dejar por un momento de lado lo que muchas veces nos desconecta, como es la carga de trabajo, la discusión que he tenido esta mañana o los quebraderos de cabeza, y conectarnos de manera singular con la persona con la que nos estamos relacionando.
- Las suposiciones. Si alguna intención o algo que no sabemos del otro nos genera cierta inquietud, angustia o malestar, podemos hacer dos cosas: hacer suposiciones y arriesgarnos a malentendidos o preguntar por lo que desconocemos para aclarar y evitar de esta manera las suposiciones. Poder establecer una relación con los demás basada en la confianza y transparencia nos ayudará a crear vínculos más positivos, nos ayudará a evitar malentendidos y, al fin y al cabo, nos ayudará a estar mejor con los otros.
- Las acciones. No siempre todo lo que recibimos de las otras personas nos gusta. Es importante poder hacer saber lo que nos gustaría o que deseamos del otro, y también poder expresar lo que nos genera malestar. Sin embargo, a la hora de comunicarlo es importante poder diferenciar la acción concreta de la persona. Y es que no es lo mismo decir «no me ha gustado cómo me has hablado» que decir «eres un maleducado/a«. Si debemos ser críticos, es importante hacerlo respecto a las acciones y no respecto a la persona.