¡¡Mama!! ¡¡Papa!! ¡¡No quiero marcharme!! ¡¡Un ratito más!! ¡¡Por favor!!
¿Cuántas veces nos ha pasado una situación como ésta o similar con nuestros hijos e hijas? ¡Seguro que en más de una ocasión!
Momentos del día a día como este suponen unos retos que necesitan gestionarse de la mejor manera posible. Aquí os dejamos 10 tips para la gestión de un conflicto:
Consejos para la gestión de conflictos con nuestros hijos e hijas
- En primer lugar hay que aceptar que la situación está pasando. Si bien podemos mirar hacia otro lado o intentar evitarla, cuando se da una situación de conflicto es necesario que la miremos de frente y nos pongamos manos a la obra!
- El conflicto requiere una gestión de nuestras emociones y las de los demás. Estas situaciones se deben vivir como oportunidades para crecer, para aprender unos con otros y poder dar unas herramientas importantes a nuestros hijos e hijas.
- De acuerdo, está sucediendo… pero y ahora que hago!!! Necesito una solución… Del mismo modo que cuando un niño/a con pocos meses cuando llora nos está diciendo que posiblemente tiene sueño o hambre, cuando un niño/a de más edad nos pide quedarse un rato más en el parque, también nos está comunicando que tiene una necesidad. En este caso, de explorar o de poner a prueba sus habilidades todavía tempranas de movimiento. Por lo tanto, debemos pensar que los niños tienen a menudo unas necesidades diferentes de las nuestras y hay que poderlas reconocer y que irán cambiando a medida que vayan creciendo.
- Seguridad. Cuando se nos presenta un conflicto y lo tenemos que gestionar, debemos mostrar seguros. Debemos recordar siempre que nuestros niños aprenden constantemente de los adultos, y la actitud que tengamos ante las diferentes situaciones a las que nos enfrentamos es básico. Si transmitimos sin querer inseguridad, esto no ayudará a crecer a los niños/as. Debemos ser amables, sin enfadarnos, pero firmes y seguros desde el respeto.
- Esta seguridad también se acompaña de nuestra comunicación no verbal. La firmeza debe ser expresada con un tono de voz adecuado, sin gritos, con actitud de amor incondicional. Y ante una conducta inadecuada, hay que recordar que hemos de poder cuestionar y desaprobar si es necesario la conducta mostrada pero nunca a la persona.
- Entiendo que tienes ganas de jugar un rato más, pero en 5 minutos tendremos que marcharnos porque tenemos que ducharnos y cenar. Cuando gestionamos un conflicto, a veces, y según el momento evolutivo del niño, tendremos que dar respuesta a la situación a la vez que explicamos el motivo por el que tendremos que marchar, teniendo presentes las necesidades del niño/a con los límites de los adultos. Las explicaciones deberán ser claras y concretas.
- A medida que nuestros hijos se van haciendo mayores, podemos llegar a unos pactos y acordar una solución a la situación. Daremos la palabra al niño/a para ver cómo podemos resolver la situación. De esta manera, los hacemos partícipes y generamos un mayor compromiso para llevar a cabo la resolución, a la vez que interiorizan como propia una manera de relacionarse con los demás.
- Pero no todo es mágico… Seguramente, los primeros días pasados los 5 minutos o una vez llegados a un acuerdo, el niño/a hará nuevamente una pataleta porque no querrá marcharse. Paciencia padres y madres, el niño/a debe ir integrando poco a poco como manejar estas situaciones y necesitan tiempo. Respetar el ritmo y el tiempo de cada uno para ir aprendiendo e integrante que lo es bueno para él / ella ayuda a crecer a nuestros hijos/as.
- Debemos interiorizar que los niños/as tienen derecho a enfadarse, a protestar, a hacer rabietas. Tendremos que validar las emociones vividas en el niño ante un conflicto, porque las ha sentido así y eso ya no puede cambiar. Seguro que nos gustaría que saliera del parque al cabo de 5 minutos contento y feliz, pero quizás el niño se sentirá frustrado y le debemos permitir y validar esta emoción.
- Y por último, y no por ello menos importante, en todo este proceso debemos saber gestionar nuestras propias emociones. Todos y todas a veces hemos tenido un mal día y hemos podido hacer un grito o ser más duros de lo necesario. Para poder gestionar positivamente una situación de conflicto debemos dejar de lado estas emociones que a veces nos atrapan, dejarlas en un rincón y estar en sintonía para nuestros hijos/as.